Relato(I)
Lúgrube y tétrico era mi aposento, iluminado por el fino haz de luz que desprendía la pantalla de mi teléfono, estaba yo atribulado, meditando sobre los insólitos hecho que habían sacudido, despertando de su letargo, a mi oxidado corazón.
Los hechos se remontan meses, años atrás, una mirada perdida, unos ojos fijos, una voz lejana, pequeños detalles que se almacenan, dispersos, en nuestro cerebro.
Con aquellos impulsos corriendo alegremente por mis neuronas, se organizó una fiesta, un gran desfile de época. Como todo gran acontecimiento social, reunió a la élite de nuestra calaña, veáse juglares,trovadores,bellos, doncellas... Preparamos con alegría e ilusión el reto de mostrar hermosas prendas a la plebe.
La fiesta siguió el curso esperado, nosotros cumplimos nuestro cometido, la plebe regresó ignorando sus problemas; hubo algo que se forjó en aquellos días, probablemente ni nosotros nos dimos cuenta, pero los dos conocíamos de nuestra existencia, ya no éramos unos desconocidos. Esa pequeña ascua hivernó, esperando paciente su momento.
El fuego que se forjaba lentamente, se sirvió de su creador Lucifer y envió una señal, un discípulo, para llevar acabo su treta, la unión de nuestro ser.
El discípulo, muy hábilmente, bajo su disfraz de tierno cordero, fingió su amor hacia ella, y se sirvió de mi buen carácter, y mediante unas oscuras artimañas, consiguió que nos citásemos y charláramos. Por último, como un ente adimensional que es, el discípulo poseyó a un ignorante, en una fiesta popular, para mentir, dar falsas esperanzas a ella
y provocar mis celos.
Logró su maléfico cometido, yo me di cuenta que el ascua era llama, que mi sangre ardía y ella era quién lo provocaba.
Aquí me encuentro yo, hurdiendo un plan para conquistarla, a luz de mi pantalla,
-¿le escribo?
-Sí, dile que se te han ido todas las dudas.
Así lo hice. Eso le dije y las cosas sucedidas de ese momento fueron las mejores de mi vida.
Le invité a mi palacio, le serví los más exquisitos manjares y disfrutamos de la más excelente cultura, fuimos dichosos, viajamos por hermosas ciudades, nos hospedamos en los más caros hoteles de Londres, y sobre todo, nos amamos sinceramente.
En esa situación dejo el relato, había salido de mi oscuridad gracias a su amor, en Londres me hallaba...
Los hechos se remontan meses, años atrás, una mirada perdida, unos ojos fijos, una voz lejana, pequeños detalles que se almacenan, dispersos, en nuestro cerebro.
Con aquellos impulsos corriendo alegremente por mis neuronas, se organizó una fiesta, un gran desfile de época. Como todo gran acontecimiento social, reunió a la élite de nuestra calaña, veáse juglares,trovadores,bellos, doncellas... Preparamos con alegría e ilusión el reto de mostrar hermosas prendas a la plebe.
La fiesta siguió el curso esperado, nosotros cumplimos nuestro cometido, la plebe regresó ignorando sus problemas; hubo algo que se forjó en aquellos días, probablemente ni nosotros nos dimos cuenta, pero los dos conocíamos de nuestra existencia, ya no éramos unos desconocidos. Esa pequeña ascua hivernó, esperando paciente su momento.
El fuego que se forjaba lentamente, se sirvió de su creador Lucifer y envió una señal, un discípulo, para llevar acabo su treta, la unión de nuestro ser.
El discípulo, muy hábilmente, bajo su disfraz de tierno cordero, fingió su amor hacia ella, y se sirvió de mi buen carácter, y mediante unas oscuras artimañas, consiguió que nos citásemos y charláramos. Por último, como un ente adimensional que es, el discípulo poseyó a un ignorante, en una fiesta popular, para mentir, dar falsas esperanzas a ella
y provocar mis celos.
Logró su maléfico cometido, yo me di cuenta que el ascua era llama, que mi sangre ardía y ella era quién lo provocaba.
Aquí me encuentro yo, hurdiendo un plan para conquistarla, a luz de mi pantalla,
-¿le escribo?
-Sí, dile que se te han ido todas las dudas.
Así lo hice. Eso le dije y las cosas sucedidas de ese momento fueron las mejores de mi vida.
Le invité a mi palacio, le serví los más exquisitos manjares y disfrutamos de la más excelente cultura, fuimos dichosos, viajamos por hermosas ciudades, nos hospedamos en los más caros hoteles de Londres, y sobre todo, nos amamos sinceramente.
En esa situación dejo el relato, había salido de mi oscuridad gracias a su amor, en Londres me hallaba...
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Beca -